El abuso y el mal uso de esas nuevas redes sociales, además de crear dependencia tecnológica, está provocando un creciente sentimiento de soledad.
La sociedad cambiante y digitalizada en la que nos movemos nos muestra cómo las relaciones interpersonales han sido ampliadas y modificadas gracias a las redes sociales. Hoy en día no necesitamos una interacción física para gozar de actividad social, siempre que podamos manejar alguna de las nuevas tecnologías. Sin embargo, lo que podría suponer un freno a la soledad no deseada, creando esos vínculos interpersonales sin la necesidad de una proximidad espacial, es un arma de doble filo.
¿Cuánto tiempo pasamos en modo digital?
No toda la población en España accede a esta tecnología por igual. Según datos del INE del 2021 en España, el 93,9% de la población de 16 a 64 años utiliza Internet. Esto supone un total de 33,1 millones de personas. El 80% emplea redes sociales con asiduidad, siendo WhatsApp la más utilizada desplazando a Facebook a un segundo lugar, seguidas de YouTube e Instagram. Pero a partir de los 65 a los 74, el porcentaje de internautas desciende al 73%. A mayor edad, menor acceso a la conexión digital, algo que redunda en la soledad de estas personas mayores, dado que sus familiares pasan gran parte de su tiempo en “modo digital”. En concreto, según los informes de las plataformas Hootsuite y We Are Social, se calcula que la población española pasa 6 horas y 11 minutos al día navegando en Internet.
Estar conectados virtualmente tantas horas diarias, puede que facilite aumentar nuestros contactos y “amistades” en las redes sociales digitales, pero a la vez perdemos la habilidad de construir relaciones personales sólidas, y la capacidad de desconectar de esta tecnología para redirigir nuestra energía a otras actividades cotidianas.
¿Puede haber amistad sin exposición?
El visionado de películas como “Her” de Spike Jonze, con esa mirada apocalíptica sobre las relaciones sentimentales entre seres humanos y sus ordenadores, nos hace reflexionar sobre el día a día. Cuánta gente vive pendiente de los likes, followers y comentarios que registran sus intervenciones en dichas redes. Existe una población cada vez más vulnerable de sufrir aislamiento social autoimpuesto. Resulta altamente tentador el poder pertenecer a grupos de una forma sencilla, sin la necesidad de una exposición y vulnerabilidad que sí requieren las relaciones físicas.
Las nuevas tecnologías pueden acabar creando dependencia emocional, como en el caso extremo de Theodore, interpretado por Joaquin Phoenix en “Her”.
Poco a poco, cuando nuestra mayor red de apoyo se encuentra alejada espacial y temporalmente se va incrementando el riesgo de sufrir sentimientos de soledad. Ya hemos introducido en nuestro léxico palabras como FOMO (Fear of missing out- Miedo a quedarse fuera) que no hace más que evidenciar la existencia de ese riesgo de exclusión.
Utilizamos a menudo el amparo digital para evadirnos del aburrimiento que nos atemoriza, pero esta situación puede ser a veces necesaria para encontrarnos en otros niveles menos digitales y fortalecer así relaciones más personales. Ese miedo a aburrirnos hace que nos conectemos innumerables veces al día a la pantalla del móvil. Y la herramienta puede convertirse en verdadera adicción. Para evitar el estado de alienación que provoca la exposición tan masiva y continuada a las redes sociales, debemos encontrar el equilibrio de conexión/desconexión.
Madrid Salud responde
Como organismo promotor de la salud, en Madrid Salud impulsamos herramientas adecuadas para abordar de una manera saludable dichas redes sociales. Tenemos la misión de atajar los sentimientos de soledad que genera el aislamiento tecnológico. La vulnerabilidad estará presente, tanto en aquellos que no puedan acceder de una forma adecuada a las nuevas tecnologías, como en quien haga de ella el centro de su vida.
Es por todo ello que, desde el Centro Municipal de Salud Comunitaria de Ciudad lineal, dentro del programa de prevención de la Soledad No Deseada, estamos ampliando nuestra oferta de actividades, tanto de alfabetización digital, como otros espacios de encuentro donde la digitalización no sea la única forma de conectar: foros de opinión, cafés vecinales, talleres para tejer, paseos en compañía, etc.
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