La experiencia de un hombre sencillo.
(Anónimo)
La soledad no deseada es una situación que cuesta asumir; en mi caso, yo pensaba, con orgullo, que era un hombre de mediana edad fuerte e independiente, lo que hoy se llama en algunos casos “viejoven”. Un tipo con inquietudes culturales, amistades y una posición financiera holgada. Pero intuía que algo no iba bien y un día al escuchar el término “soledad no deseada” en un telediario -con una mezcla de incredulidad y estupor- me sentí identificado con la situación. Sentí algo de temor, pero también cierto alivio al comprobar que, al menos en esto, parecía no estar solo.
Tras descubrir este concepto de “soledad no deseada”, empecé a revisar toda mi vida y descubrí que llevo mucho tiempo -desde niño incluso- haciendo de todo para no sentirme solo, y lo máximo que he conseguido ha sido no tener tiempo de pensar en ello. He convivido con mis amistades o parejas para no estar físicamente solo casi nunca y, aunque esto me ha ayudado a mitigar la sensación de desamparo y miedo que yo identifico con la soledad, en realidad esa sombra, la de mi soledad, ha estado siempre allí, como agazapada cerca de mí, esperando un momento de debilidad para manifestarse con gran estridencia.
Hoy en día continúo sin saber por qué soy tan vulnerable a la sensación de soledad mientras otras personas no parecen serlo, porque creo que en realidad todos estamos solos, pero algunos consiguen no notarlo o parecen sentirse cómodos con ese hecho. Nunca he sabido qué es lo que hace que algunos de nosotros seamos tan dolorosamente consientes de nuestra soledad mientras otros ni tan siquiera se lo han planteado jamás…
Cuando, por circunstancias de la vida, dejé de trabajar y me separé de la pareja con quien convivía, de pronto la certeza aplastante de mi terrible soledad se hizo casi insoportable. Tanto que he llegado a este punto en el que asumo que necesito ayuda y la busco activamente a través de los recursos públicos disponibles y de otros privados como un psicólogo clínico.
Esta es mi situación y no conozco otros casos, pero intuyo que somos bastantes quienes vivimos con esta sensación agotadora de estar irreductible e irremediablemente solos para siempre.
Durante algún tiempo fantaseé con la idea de construir una familia y así no estar nunca más solo, pero esa fantasía no se ha materializado y en el fondo tampoco creo que funcionara. Lamentablemente todas mis relaciones de pareja han terminado tras años de amor y convivencia, hasta el punto de tener la certeza de que allí no está la solución a mi problema. Me encantaría encontrar una solución definitiva para esto, pero lo dudo. Me parece que tendré que conformarme con soportarla lo mejor que pueda.
Quizá sea una cuestión existencialista, como esas eternas dudas sobre por qué estamos aquí, de dónde venimos o a dónde vamos. De momento, me siento algo acompañado al saber que en esta sensación de soledad no estoy solo. Este blog y las actividades que se desarrollan en este proyecto me demuestran que la soledad no deseada, más que una problemática individual, es colectiva. Las causas serán numerosas y variadas, pero tengo claro que hay una respuesta que debe partir de la comunidad que nos rodea. Sí, estoy solo, y no quiero estarlo, pero ahora ya sé que otras personas están en mi situación y, desde luego, si las conozco y se dejan, les pienso echar una mano.
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