Es frecuente que, en el rellano de las escaleras, el ascensor o el portal, los encuentros con vecinos y vecinas sean apresurados, esperando que no nos interrumpan o molesten. La indiferencia en la que vivimos con quienes nos rodean a escasos metros de nuestra casa, debería hacernos pensar. ¿Acaso sabemos el nombre de quien vive en la puerta de al lado? “Cada cual a lo suyo” es una forma de vida que no ayuda a construir lazos de vecindad ni apoyo. Alguien muy cerca puede estar viviendo en una situación desfavorable, donde quizás un poco de atención podría marcar la diferencia.
La buena vecindad va más allá de vivir puerta con puerta y saludar. Se trata de construir relaciones basadas en el respeto, la solidaridad y la colaboración con quienes compartimos un mismo espacio. Esto se refleja en pequeñas acciones cotidianas, que van construyendo una red de apoyo esencial cercana. Un “buenos días” sonriendo y alzando la mirada a los ojos, es un buen comienzo. A partir de ahí es más fácil seguir acercándonos.
La buena vecindad no es equivalente al voluntariado vecinal. Mientras que la primera surge de manera natural y espontánea en la convivencia diaria, el voluntariado es una acción más organizada, con el objetivo de mejorar la comunidad de manera estructurada. Ambos conceptos son fundamentales para crear comunidades más unidas y un tejido social más cohesionado y fuerte. Veamos un ejemplo: si una asociación vecinal organiza unas jornadas de limpieza en un parque o unos talleres educativos, podemos hablar de voluntariado. Por otro lado, si te importa quien vive cerca de ti y te interesas personalmente por su bienestar, estás poniendo en práctica lo que llamamos buena vecindad.
“Del buen vecino sale el buen amigo” (Refranero español)
En la ciudad de Madrid, el 70% de su población reside en bloques de pisos en los que comparte con otras personas un espacio cotidiano diario. En una gran ciudad la buena vecindad es muy necesaria, porque el ritmo acelerado y el anonimato pueden hacer que muchas personas se sientan solas o sin apoyo.
Cuesta muy poco conocernos más, construir una confianza como para poder ayudar a las personas de tu comunidad cuando lo necesiten, o pedir ayuda si es tu caso: regar las plantas, subir la compra, cuidar al gato, compartir wifi… En algún momento, cualquiera podemos vernos en una situación complicada que un buen vecino o vecina puede solventar. Pero más allá de una ayuda puntual, se trata de fomentar la participación y las relaciones de apoyo mutuo en la vecindad, para que en cualquier momento se pueda entablar una conversación agradable y sentirnos así parte de un entorno más unido.
Por suerte, hay iniciativas que buscan recuperar la cercanía en el vecindario. La Escalera fue una experiencia piloto entre 30 comunidades madrileñas para mejorar las buenas prácticas vecinales. Se pusieron en marcha acciones como cuidado de mascotas, intercambio o uso común de herramientas, decoración de espacios comunes, tablones vecinales para información y un intercambio de contactos a personas mayores de la comunidad en situación de soledad no deseada.
La solidaridad entre vecinos también ha brillado en momentos difíciles. Durante la pandemia, o la gran nevada Filomena, muchas personas se organizaron para ayudar a quienes lo necesitaban, demostrando que, en tiempos complicados, la empatía y el apoyo mutuo pueden ser los mejores salvavidas para muchas personas. Plataformas como «¿Tienes sal?» y «Nextdoor» han facilitado que vecinas y vecinos se ayuden entre sí, desde compartir herramientas hasta organizar grupos de apoyo para emergencias.
Desde los Centros Municipales de Salud comunitaria (CMSc) de la ciudad de Madrid se realiza un trabajo continuo de prevención de la soledad no deseada a través de actividades y encuentros en los barrios. Recientemente han comenzado las reuniones con personas referentes en cada barrio y distrito, conscientes de la necesidad de crear entornos más participativos, desde donde estar prestar atención y ayuda, por ejemplo, a quienes vivan en soledad o estén en situación vulnerable.
Estas personas referentes consiguen motivar y activar a otros grupos y personas en su objetivo común de crear barrios más amables, más solidarios y compasivos. Tratan de difundir actividades, compartir espacios de encuentro, reflexiones, contactos y conversaciones, contagiar las ganas de conocernos y de sentirnos mejor porque sabemos que no estamos tan solos o solas. Si crees que puedes ser una de estar personas, puedes ponerte en contacto con tu CMSc más cercano y preguntar por el proyecto de Prevención de la soledad No Deseada. Te daremos la bienvenida con ilusión y agradecimiento.
El mejor barrio del mundo
Nuestro bienestar está ligado al de quienes nos rodean. Un barrio donde la gente se conoce y se ayuda es un lugar más amable, agradable, con más relaciones y tejido social, lo que a la larga se traduce en mejoras para toda la población. Fomentar la buena vecindad es apostar por una vida más humana, solidaria y conectada. Ya sea con pequeños gestos diarios o con iniciativas más organizadas, lo importante es estar presentes, apoyarnos y hacer de nuestro barrio un lugar donde nos encante vivir.
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