Sobre edades y soledades

Cómo fortalecer las habilidades sociales en cada etapa de la vida

Desde la psicología y los programas de prevención de la soledad, las personas expertas coinciden en algo fundamental: la soledad no debe ser motivo de estigmatización. Puede afectarnos en cualquier momento de la vida, sin importar nuestra edad, entorno o situación. Y para prevenir esta situación, a continuación, exploramos cómo fortalecer las habilidades sociales en las diferentes etapas vitales, para fomentar relaciones saludables y valorar la riqueza de la diversidad en nuestras amistades.

Infancia: aprender a convivir y a expresar emociones

En la infancia se ponen los cimientos de las habilidades sociales: jugar juntos, compartir, negociar, empatizar. Las personas expertas en desarrollo infantil señalan que el juego cooperativo, la expresión de emociones y la escucha activa son claves para que las niñas y niños aprendan a relacionarse con confianza.

Recomendaciones específicas:

  • Fomentar el juego cooperativo y en equipo, donde haya que colaborar para alcanzar un objetivo común.
  • Enseñar a reconocer y nombrar las emociones propias y ajenas: “Estoy contenta/o porque…”, “Veo que estás triste porque…”.
  • Dar ejemplo en las relaciones adultas: las personas que cuidan del niño o niña modelan la escucha, el respeto, el diálogo.
  • Evitar etiquetas prematuras tipo “es muy tímido/a”, “no tiene amigos/as”: pueden reforzar la sensación de diferencia o aislamiento.
  • Ofrecer oportunidades para que pueda invitar o recibir invitaciones de juego, y acompañar ese proceso sin forzar.

En esta etapa, lo importante es acompañar, no presionar. Cada menor tiene un ritmo diferente para abrirse socialmente.

Adolescencia: construir identidad y pertenencia

La adolescencia es una etapa de grandes cambios: el cuerpo, las emociones, la identidad. Las amistades suelen cobrar un valor enorme, ya que ayudan a definir “quién soy” y “dónde pertenezco”. Pero también es una edad en la que la vulnerabilidad a la soledad puede aumentar, especialmente si no se encuentran conexiones auténticas.

Consejos prácticos:

  • Favorecer espacios seguros de participación: actividades deportivas, artísticas, colectivos juveniles donde se promueva la cooperación más que la competencia.
  • Escuchar sin juzgar: muchas veces la soledad adolescente se expresa como irritabilidad, desconexión, o aislamiento. Escuchar con empatía es más útil que ofrecer soluciones rápidas.
  • Promover la autoestima y la autenticidad: cuanto más segura/o se sienta la persona de quien es, más podrá construir relaciones sanas.
  • Hablar abiertamente de salud mental, normalizar que sentirse sola/o o triste no es una debilidad.
  • Crear puentes entre generaciones: que la persona adolescente participe en encuentros que incluyan mayor diversidad de edades puede ampliar su visión social.

En esta etapa, es vital comprender que no pertenecer al “grupo principal” no significa que no haya lugar para nuevas redes de apoyo. Lo importante es sentirse parte, más allá del número de amistades.

Juventud: tejer redes y desarrollar empatía

En la juventud, muchas personas se independizan, cambian de ciudad o trabajo, y se enfrentan a entornos nuevos. La soledad puede aparecer por falta de tiempo, cambios, dificultad para adaptarse. Pero también es una edad de enorme potencial para explorar, conectar y construir.

Recomendaciones prácticas:

  • Participar en actividades comunitarias: voluntariado, talleres, asociaciones, iniciativas culturales. Son entornos donde conocer personas con intereses similares.
  • Cultivar la escucha activa: interesarse genuinamente por la otra persona, hacer preguntas abiertas, mostrar curiosidad, no solo hablar de uno/a mismo/a.
  • Aprender a mantener los vínculos: aunque la distancia o el tiempo limiten la frecuencia, mantener una llamada, un mensaje o un encuentro breve fortalece la amistad.
  • Aceptar la vulnerabilidad: abrirse emocionalmente, decir “me gustaría quedar contigo” o “me sentiría más conectado/a si…” es un signo de madurez, no de debilidad.

Adultez: cuidar y renovar las relaciones

La vida adulta está frecuentemente marcada por responsabilidades: trabajo, familia, cuidados. A veces se descuida la vida social, y eso puede llevar al aislamiento o a la sensación de estar desconectado/a.

Claves para fortalecer vínculos en esta etapa:

  • Priorizar tiempo para la relación: reservar momentos para compartir sin pantallas ni prisas.
  • Ampliar los círculos: conocer personas fuera del entorno laboral o familiar aporta nuevas energías, nuevos temas.
  • Cuidar la comunicación: expresar lo que necesitamos, escuchar activamente, resolver malentendidos.
  • Reconocer la transición: aceptar que las amistades pueden cambiar, que también nosotros/as cambiamos, y que está bien construir nuevas amistades o renovar las existentes.
  • No dudar en buscar apoyo profesional o comunitario si la soledad se hace persistente.

En esta etapa, el cuidado de la amistad se convierte en un acto consciente de salud emocional.

Personas mayores: mantener la conexión y la autoestima

Según vamos envejeciendo. las redes sociales pueden reducirse: jubilación, pérdidas de personas queridas, disminución de movilidad. Pero precisamente estas etapas pueden convertirse en momentos fructíferos de reconexión, aporte y sabiduría compartida.

Recomendaciones para esta etapa:

  • Participar en actividades comunitarias adaptadas: talleres de lectura, gimnasia, grupos intergeneracionales, huertos urbanos.
  • Aprovechar la tecnología: aprender a usar el teléfono inteligente, videollamadas o redes sociales puede permitir mantener el contacto con amistades lejanas.
  • Ofrecer tiempo y experiencia: pensar en el voluntariado o el acompañamiento de otros/as refuerza el sentido de utilidad y pertenencia.
  • Promover el respeto y la inclusión de las personas mayores como actores sociales activos, no como “beneficiarios/as”.

La edad avanzada no significa desconexión, siempre se pueden abrir puertas a nuevas amistades, nuevas miradas y oportunidades.

La riqueza de las amistades intergeneracionales

Aunque compartir intereses con personas de nuestra edad puede resultar más fácil, la realidad es que la amistad no entiende de edades. Tener amistades de distintas generaciones aporta un valor incalculable. Las personas jóvenes pueden beneficiarse de la perspectiva, la calma y la experiencia de quien ya ha pasado por muchas etapas vitales. Las personas mayores pueden encontrar energía, curiosidad y nuevas maneras de ver el mundo en generaciones más jóvenes, y las personas adultas pueden actuar de puente, de conversación abierta, entre generaciones, enriqueciendo su propia visión.

Tener relaciones diversas —en cuanto a edad, profesión, origen, capacidades o situaciones vitales— nos convierte en personas más tolerantes, respetuosas y empáticas. Nos enseña que hay muchas maneras de vivir y de conectar, todas valiosas.

De hecho, una misma persona, en solo un día, puede sentirse de diferentes edades. Así lo explicaba, la escritora Margarite Yourcenar, desafiando la idea de que la edad cronológica define a una persona:

«Nunca creí que la edad fuera un criterio. No me sentía particularmente joven hace cincuenta años, ni me siento vieja hoy. Mi edad cambia de hora en hora. En los momentos de cansancio tengo diez siglos; en los momentos de trabajo, cuarenta años; en el jardín, con el perro, tengo la impresión de tener cuatro años».

Actividades de encuentro en la ciudad de Madrid

Desde la red de Centros de Salud Comunitaria de la ciudad de Madrid, en el desarrollo del Proyecto Estratégico de Prevención de la Soledad No Deseada de Madrid Salud, se programan todos los meses actividades adecuadas a cada grupo de población. Esta información se publica en la web soledadnodeseada.es y su aplicación de búsqueda de actividades permite filtrar según el distrito, centro, mes y/o la edad que prefieras.

Este mes se han organizado más de 25 actividades exclusivas para jóvenes y adolescentes, que incluyen escape rooms, tardes de juegos de mesa, encuentros para bailar y escuchar música, talleres de cómic, jornadas deportivas, “chococharlas” y manualidades creativas.

Las personas adultas podrán disfrutar de varias quedadas los viernes de cada mes: visitas culturales, y de ocio saludable para grupos personas de entre 25 y 45 años y de 46 a 65 años.

Por su parte las personas mayores de más de 65 años pueden encontrarse en tertulias, juegos, visitas culturales, cinefórum y paseos en compañía entre muchas otras actividades.

Pero además de estas opciones para edades concretas, en la mayoría de las actividades de encuentro del proyecto pueden participar todas las personas interesadas independientemente de su edad.

Recordemos que nadie está libre de sentirse solo o sola en algún momento de la vida. Lo importante no es evitar ese sentimiento a toda costa, sino reconocerlo, hablar de él, y buscar conexión de una forma respetuosa y libre de culpa. Fortalecer las habilidades sociales no es solo cuestión de técnica, sino de actitud. Significa abrirnos a las demás personas con curiosidad, respeto y autenticidad.

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