Desempleo y soledad

Cada mes de mayo se celebra el Día Internacional del Trabajo. Esto nos recuerda que, de manera global, tener un empleo es una condición necesaria para nuestra aceptación en la sociedad. El trabajo implica no solo una cierta independencia económica, sino que promueve el desarrollo personal y la autonomía.

Las personas buscan y reivindican un trabajo digno porque sus beneficios son amplios: mejora nuestra autoestima, nos sentirnos realizados/as al progresar en nuestra vida profesional. Asimismo, uno de los puntos más valorados del trabajo, a juzgar por las opiniones de quienes teletrabajan y lo echan en falta, es la posibilidad de relacionarse socialmente: hablar, reír, debatir con el resto del equipo o con la clientela. Esta interacción diaria con otras personas desarrolla nuestra estabilidad mental y mejora nuestras habilidades sociales y comunicativas.

Entonces, ¿qué pasa cuando se es joven y no se consigue un empleo y el resto de las amistades sí lo tienen? ¿Y si perdemos el empleo? ¿Qué nos puede suceder al jubilarnos?

La desestabilidad económica cambia nuestros hábitos diarios, nuestro ocio, incluso hasta puede hacernos cambiar de vivienda y vecindario.

Surge la culpa por no alcanzar las expectativas de lo socialmente impuesto. Es habitual el sentimiento de fracaso. Si la situación de desempleo se prolonga, llega la frustración, la apatía y la soledad.

¿Qué hacer mientras encontramos empleo? Intentemos buscar puntos de encuentro con otras personas de la vecindad donde se ofrecen espacios de ocio gratuitos que nos permiten            desarrollar                       nuestras inquietudes personales, establecer redes de apoyo útiles para nuestro bienestar. Las zonas verdes, asociaciones vecinales, espacios    comunitarios,       actividades grupales municipales o de entidades sociales como teatro, deporte, música, manualidades,             o        simplemente cafés vecinales son recursos de alto valor social, donde conectar con otras personas y poder dejar de sentirnos en soledad.

Si es tu caso, y no sabes por dónde empezar, acércate al Centro Municipal de Salud comunitaria más cercano y conoce las propuestas que pueden ayudarte.

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